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Benjamin Barber ¿Y si los alcaldes gobernaran el mundo?

Las ciudades pueden contribuir a una gobernanza global mucho más eficaz, participativa y pegada al terreno. Las viejas polis, en su versión 2.0., sienten, experimentan, se reconfiguran, y se empiezan a organizar entre ellas.

Benjamin barber

Benjamin Barber sabe que ya hubo un tiempo en que los «alcaldes» gobernaron el mundo. Aquello ocurrió hace muchos siglos, en las ciudades-estado («polis») griegas.

Si, como muchos afirman, vivimos la época de “El triunfo de las ciudades” (en palabras de Edward Glaeser), no es descabellado pensar que los alcaldes cada vez van a ser más influyentes de nuevo en la gobernanza global. Lo fueron en las décadas pasadas Yeltsin, Giuliani y Boris Johnson. Y hoy, para bien, lo es Ana Hidalgo que, desde París, ha relanzado la idea de Jane Jacobs de los barrios diversos bajo la etiqueta eficaz de «la ciudad de los 15 minutos.»

Reflejo todo ello de que las ciudades, hoy en día, son motor económico y presentan evidentes oportunidades para contribuir a la solución de gran parte de los problemas que nos aquejan como sociedad. Bien diseñadas y gestionadas, las ciudades pueden ser garantía de desarrollo, sostenibilidad ambiental, cohesión social y mejora democrática. La masa crítica de capitales, talento, ideas y personas que una ciudad contiene es una combinación única que los países no pueden desperdiciar. A través de nuestro trabajo como “makers” urbanos de los últimos años, y preocupados por la doble crisis (económica y democrática), hemos ido vislumbrando cómo nos acercamos a una versión 2.0 del tiempo de las polis griegas.

Ya ampliamente aceptadas como incubadoras de la innovación tecnológica, las ciudades se empiezan a configurar como las nuevas incubadoras democráticas o, en palabras de Anthony Townsend, “los laboratorios cívicos” donde se ensayan nuevos mecanismos de participación ciudadana como el gobierno abierto. La política local, con sus luces y sombras, es una política cercana y a menudo pragmática, no partidista. Como dice Benjamin Barber, “no existe una manera de izquierdas o de derechas de arreglar un desagüe”. Desde aquí hemos abogado, por ejemplo, porque la Unión Europea cuente más con las ciudades para implementar sus políticas, entre otras cosas, para superar la brecha que aleja a los europeos de sus instituciones. Hemos ido contando, a través de nuestra participación en diversas redes de ciudades inteligentes, cómo las ciudades se están organizando en redes cada vez más influyentes. Hoy en día se multiplican los eventos en los que cada ciudad “vende” su capacidad para atraer talento e innovación, a la vez que comparte experiencias de una manera colaborativa con otras ciudades, en un permanente aprendizaje.

Hemos relatado, asimismo, cómo las ciudades están diseñando sus propias estrategias para darle la vuelta a la crisis, teniendo en cuenta su ser, historia y potencialidades, y hemos presentado la propia estrategia digital de Zaragoza, nuestra ciudad. Un terreno, el estratégico, que paradójicamente los países han abandonado (a estas alturas de la crisis seguimos esperando un documento oficial que diga qué quiere ser España o Europa y hacia adonde nos dirigimos como sociedad y como economía).

Hemos constatado cómo en muchas de estas estrategias las ciudades tienen incluso que superar trabas añadidas por parte de los estados que lastran el desarrollo de las smart cities: caos regulatorio en mercados como el eléctrico o el de las energías renovables, políticas discutibles en la liberalización efectiva de la banda ancha, restricciones injustificadas del endeudamiento (si atendemos a la escasa proporción de deuda en manos de las administraciones locales), políticas educativas, fiscales o laborales a menudo económicamente contraproducentes, cuando no directamente descabelladas… Es lo que titulamos en una ocasión como “Ciudades inteligentes vs. países que no lo son tanto”, o lo que Benjamin Barber denomina “Estados disfuncionales, ciudades en alza”.

Mientras esperamos el próximo libro de Benjamin Barber bajo el sugerente título de “Si los alcaldes gobernaran el mundo” nos preparamos a seguir con interés su intervención en el evento organizado por The Economist en Londres acerca del futuro de las ciudades, donde podremos escuchar al propio Barber exponer su visión sobre cómo las ciudades pueden contribuir a una gobernanza global mucho más eficaz, participativa y pegada al terreno. A su lado, Carlo Ratti hablará sobre cómo los sensores y datos configuran una capa importante en las nuevas ciudades inteligentes. Como se ve, innovación, tecnología y gobernanza se entremezclan y retroalimentan, y surgen nuevos centros de innovación urbana como punta de lanza de todo este proceso. Las viejas polis, en su versión 2.0., sienten, experimentan, se reconfiguran, y se empiezan a organizar entre ellas.

Artículo publicado bajo licencia Creative Commons de cultura libre del tipo CC BY-SA 4.0. Algunos derechos reservados.

Foto de Vitaliy Paykov vía Unsplash

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Last modified: 09/05/2021
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