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La nueva European Data Act y las ciudades (2ª parte)

En un futuro caso de pandemia los gobiernos podrán obligar a las plataformas como Uber a proporcionar datos que permitan conocer la movilidad de las personas, o a Google datos que permitan evaluar la brecha digital.

European Data Act ciudades

Segunda parte de nuestro análisis sobre lo que representa nueva European Data Act para unas ciudades mejores y más innovadoras. Si te perdiste la primera parte, puedes acceder a ella aquí.

Ciudadanos soberanos respecto a sus datos

Una de las novedades más importantes de la norma es que consagra el papel del ciudadano como «propietario del dato personal», relegando a la empresa o institución que lo almacena («data holder») a mero custodio con obligación de dar acceso al usuario a sus propios datos en todo momento. También, si el usuario así lo solicita, sus datos deben ser puestos a disposición de terceras partes involucradas en la cadena de valor del dato.

Por ejemplo, si el dato se refiera al uso de un servicio de movilidad y está almacenado en las bases de datos del proveedor (p.e. la empresa de autobuses, o de patinetes), una empresa que provea servicios de agregación y comparación de servicios de movilidad (p.e. cálculo de rutas óptimas a través de múltiples medios de transporte) podrá tener acceso a él para proporcionar un servicio personalizado en condiciones de sana competencia, pero siempre a decisión del usuario. Además, éstos podrán usar sus datos para cualquier propósito.

Ni una base de datos sin su API

La norma regula la apertura de puertas a bases de datos. A través de APIs (Application Programming Interfaces) normalizadas y documentadas). Si la European Data Act no consigue con esto acabar en las ciudades con el efecto «silo» ¿qué podrá hacerlo? Desafortunadamente, una cosa es promover el desarrollo de APIs a las bases de datos y otra cosa diferente es implementarlo. En este caso, el año de carencia que concede la norma se nos antoja insuficiente.

Se trata de apenas una mención, pero de ella se puede derivar un importante movimiento que permita una gran inyección de valor añadido a las políticas de los gobiernos, si otros agentes pueden acceder a los datos resultado de las mismas para. Un impacto que puede tener una importancia similar al fenómeno del open data que tanto permitió avanzar en materia de transparencia en la década pasada.

¿Cuánto valen mis datos?

Una buena parte de la European Data Act está dedicada a los contratos y a las compensaciones entre agentes «data holders» y «terceras partes». La buena noticia es que se establecen criterios para realizar contratos de compartición de datos razonables, incluido un cálculo de compensaciones económicas (el valor de éstas se fija en los costes marginales para permitir el acceso de terceros); la mala noticia es que no se limita la posibilidad de que diferentes instituciones paguen, cada una por su cuenta, por lo mismo. En otras palabras, la European Data Act debería articular un mecanismo para que las grandes plataformas no cobren dos veces por servir los mismos datos al mismo o a diferentes clientes, y no lo hace.

Podemos discutir en qué condiciones hay que pagar por los datos. Por ejemplo, en el caso de monopolios, oligopolios o posiciones dominantes de mercado, a nuestro modo de ver los datos deberían compartirse sin mediar compensación económica. Es el caso, por ejemplo, de las compañías eléctricas distribuidoras que, en muchos lugares del territorio, operan en modo de monopolio. Como demuestra el proyecto de Rubí Brilla, sus datos pueden ser fuente de valor para luchar contra la brecha energética. Con los actuales márgenes de las eléctricas ¿alguien puede entender que éstas no cedan los datos gratis a quien pueda utilizarlos para el bien común?

Por cierto, por si alguien no se había percatado, la European Data Act no considera que el usuario merezca remuneración alguna por sus datos. Aunque, es cierto, tampoco lo prohíbe. Si el lector quiere saber más sobre la monetización de datos personales puede consultar este artículo.

B2G

B2G quiere decir Business to Government. Para las ciudades resulta interesante que la European Data Act dedique una buena docena de artículos a regular el acceso de las AA.PP a los datos de las empresas. Contempla los acuerdos voluntarios, y también la «expropiación» de datos en caso de situaciones de emergencia o de crisis. Puede pensarse que, según la norma, en un futuro caso de pandemia los gobiernos podrán obligar a las plataformas como Uber a proporcionar datos que permitan conocer la movilidad de las personas, o a Google datos que permitan evaluar la brecha digital. Muy interesante.

Pero donde la norma se pone aún más interesante es cuando, junto a las emergencias, se menciona el caso de los fines investigadores como uno de los supuestos donde la compartición de datos puede ser obligada. Además,se incluye, entre las posibles emergencias en las que la compartición de datos es obligada, aquellas inducidas o agravadas por el cambio climático, abriendo la puerta a una consideración más amplia de este supuesto. Por ejemplo, en el caso de una ola de calor, un ayuntamiento podría solicitar datos a empresas energéticas (o de domótica), si considera que puede así prevenir daños para la salud de las personas mayores en sus domicilios.

Pero la European Data Act va un poco más allá, y considera la prevención de desastres también una causa justificada para solicitar datos a las empresas por parte de las administraciones. Si esto se interpreta de forma posibilista, se abriría la puerta a la ejecución de toda una suerte de políticas de urbanismo «preventivo» de crisis climáticas, económicas y ¿por qué no? también sociales y democráticas.

Sin embargo, y dada la ambigüedad en la que la norma está redactada, pensamos que la actual redacción no va a ser suficiente para impulsar un urbanismo basado en el dato. Para poder realizar unas políticas urbanas verdaderamente informadas, que tomen el dato como una materia prima más para construir ciudades más democráticas, sostenibles y resilientes, es necesario que la Comisión Europea sea un poco más valiente y permita que las ciudades puedan acceder de una manera más sencilla a los datos que las grandes plataformas y los oligopolios recolectan en suelo urbano.

Artículo publicado bajo licencia Creative Commons de cultura libre. Algunos derechos reservados.

Foto de Erik McLean vía Unsplash

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Last modified: 26/04/2022
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