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Datos, procesos, espacio público y diseño urbano. Máster de Smart Cities de la UCM (Madrid, 21 de enero de 2025)

La calle comercial como ecosistema urbano

El pasado 21 de enero fui invitado a dar una clase en el Máster de Ciudades Inteligentes y Sostenibilidad de la Universidad Complutense (UCM) sobre cómo los datos y, los procesos pueden ayudar a diseñar un espacio público que mejore tanto la experiencia urbana como la huella climática de las ciudades en su conjunto.

El problema urbano: ¿qué problema?

Antes del boom del Big Data ya decía el urbanista Jaime Lerner, ex-alcalde de Curitiba, que las ciudades no eran un problema, sino la solución. Unos cuantos años después de esta afirmación, decidí hacer una pequeña comprobación, combinando tres dimensiones: PIB per cápita, emisiones CO2 per cápita, y “tasa de urbanización”. Esto es lo que obtuve:

Ciudades generadoras de prosperidad y sostenibilidad

Prosperidad y sostenibilidad vs. % urbanización

¿Qué quiere decir este gráfico? Que a medida que aumenta la tasa de urbanización de los países, aumenta en general la riqueza individual (PIB per cápita), pero, y esto es lo verdaderamente interesante, al mismo tiempo, disminuyen las emisiones también por cada individuo.

En otras palabras, las ciudades nos hacen simultáneamente más prósperos y más sostenibles. Ahora bien ¿por qué?

El “efecto red” y la alometría negativa

La principal razón para el aumento de la prosperidad urbana viene dada por algo que, en economía, se denomina “efecto red” y, en telecomunicaciones, la Ley de Mercalfe. Esta propiedad, que ya explicamos en un post anterior con más detalle, es básicamente la regla que impulsa la economía en Internet y que se formula así: V = K * N2, donde V es el valor (o la riqueza), K es una constante, y N es el número de nodos -en el caso de la ciudad, personas, ya que una ciudad es, por encima de todo, una formidable red social-.

Y la propiedad que regula el descenso en emisiones es la misma que hace que, al aumentar de tamaño, los organismos tengan un metabolismo proporcionalmente más bajo y consuman, también proporcionalmente, menos recursos y, por consiguiente, generen menos deshechos (ojo, siempre proporcionalmente a su aumento de tamaño). Se llama alometría negativa.

(Para el lector curioso en indagar más, recomendamos leer este estupendo libro sobre matemáticas y urbanismo).

El papel del diseño urbano

Así las cosas, uno se podría preguntar de qué sirve intervenir en la ciudad, si, de todas formas, éstas constituyen por sí solas un invento formidable. Si, después de todo, esa “organicidad” en el urbanismo funciona en el sentido adecuado. O, o dicho en palabras del poeta español Juan Ramón Jiménez, “No la toques ya más, que así es la rosa”.

El argumento resulta, a primera vista, de peso. Pero obvia la constante “K” de la ecuación de Metcalfe, y el coeficiente de alometría “A” en el caso de la segunda propiedad. Es ahí donde el diseño urbano puede conseguir conexiones más robustas entre las personas (aumento de “K”) y ciudades más sostenibles (disminución de “A”).

¿Cómo? Centrándose en esa consideración de la que hablábamos al principio: la ciudad es, por encima de todo, una red social. En ella, como demuestra el efecto cuadrático de la Ley de Metclafe, el todo es mucho más que la suma de las partes.

Humans y econs en red

En teoría de la decisión se dice que hay dos tipos de comportamiento individual, el humano, gobernado por los sentimientos, y el económico, que busca maximizar el beneficio ante cada disyuntiva. Ambos tipos de comportamiento se simbolizan en dos estereotipos de persona: los humans y los econs.  Probablemente la realidad sea más compleja. No somos ni econs ni humans al 100%, o somos alternativamente uno u otro,  según para qué.

La ciudad, su espacio público, sus infraestructuras físicas como la movilidad, o sus servicios digitales, se diseñan también por humans y por econs, que tampoco lo son siempre y a la vez son ambos en distinto grado. Así, el urbanismo y el diseño urbano se convierten en una mezcla de arte y ciencia -en palabras de Charles Landry- que nutren variadas disciplinas. Una de ellas, recientemente incorporada al cuerpo de conocimiento de las ciencias urbanas, es la psicología.

Boston transit. Distancia real vs. distamcia percibida

Boston Transit. Distancia real vs. distancia percibida. Fuente City Form Lab (MIT)

Como se ve en la figura, a la hora de diseñar las paradas del tranvía de Boston para llegar a un determinado porcentaje de población, no es lo mismo considerar la distancia euclídea (real), que la distancia percibida. Si la persona que va a tomar el tranvía percibe que su casa está a más de una determinada distancia -normalmente los humanos funcionamos con distancias temporales-, es muy probable que descarte el tranvía para moverse por la ciudad. Y si los cálculos para posicionar las paradas y las líneas no tienen en cuenta factores como la pendiente, la peligrosidad de las calles, la iluminación, el estado del pavimento o la anchura de las aceras, estaremos errando el tiro.

Datos, procesos y un espacio público orgánico

Para el diseño de ciudades mejor adaptadas a los humanos que vivimos en ella, es necesario comprender mejor cómo el entorno urbano nos influye. Los datos de uso del espacio público y digital deben formar parte de la caja de herramientas del diseño urbano, que debe también hacerse más ágil e iterativo. Esta agilidad e iteratividad es lo que llamamos “diseño urbano evolutivo”, adaptado a la complejidad de los ecosistemas urbanos, como el de la calle comercial que ilustra este artículo.

Brasilia: diseño urbano top-down vs. bottom-up

Brasilia: diseño urbano top-down vs. bottom-up

El diseño urbano hecho por econs, como el que simboliza el movimiento moderno y del cual Brasilia es un paradigmático ejemplo, puedo tener sentido en su momento. Pero en la foto se aprecia el conflicto que provoca diseñar ciudades en contra de las querencias humanas. Las aparentemente anárquicas “líneas de deseo” que se marcan sobre la hierba entre los simétricos ramales de asfalto señalan la pauta del diseño urbano del futuro.

El espacio público digital no es público

Hoy en día hay abundancia de datos producidos por nuestra huella digital, y también son conocidas las metodologías evolutivas que ya se usan en la producción de servicios digitales.

Líneas de deseo digitales en Nueva York

Líneas de deseo digitales en Nueva York. Datos de Nike

Todos esos datos, junto con los sensores que los obtienen y su representación como la de la foto, configuran un nuevo espacio público digital que necesita ser reinventado y rediseñado teniendo en cuenta las necesidades humanas. Sin embargo, dos problemas se interponen en la tarea: la privatización de los datos, y unos procesos de diseño que no usan metodologías iterativas.

Mientras el diseño urbano no pueda disponer de los datos urbanos, como un bien público más, como materia prima con la que nutrir el diseño ágil del espacio público digital, las smart cities seguirán en esencia, ancladas en el Movimiento Moderno.

Artículo publicado bajo una licencia Creative Commons. Algunos derechos reservados.

 

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Last modified: 16/04/2025
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