Escrito por 11:00 Charlas, Smart City

Smart cities «unplugged» o desenchufadas. Jornadas «Ágora» (San Sebastián)

Un consejo para las ciudades: tomen un problema de su ciudad e intenten resolverlo SIN bits ni voltios, repensando procesos, con imaginación. Si funciona, entonces piensen en la mínima tecnología que les ayudaría a que ese cambio sea un poco más eficiente.

Smart Cities unplugged

¿Puede haber smart cities unplugged? ¿Y si la tecnología no fuese tan importante en una ciudad inteligente? Quizás el verdadero desafío radique en su organización, en su manera de abordar los problemas, o en la integración de sus ciudadanos en el «city making». Tres rasgos de estas futuras «smart cities» imaginadas: naturaleza de «codigo abierto», pensamiento «lean-startup» y ejecución ágil.

Esta semana hemos estado en San Sebastián invitados por la organización de las jornadas «Agora 2015. Reinventando el modelo de planificación y acción urbana». Hemos aportado y aprendido en los talleres que, bajo el epígrafe de «Entorno digital», nos han permitido contar el recorrido que en Zaragoza estamos realizando para, en nuestra particular visión de la Smart City, acompasar la búsqueda de la eficiencia con el refuerzo del tejido económico y una participación ciudadana extendida.

De manera muy telégrafica, comentaremos algunas de las ideas allí expuestas.

Sobre el denostado fenómeno de las «smart cities»

Seamos justos: ni tan «smart», ni tan fenómeno. Cada época ha tenido su particular aplicación de la tecnología para resolver problemas. Los romanos construyeron acueductos para llevar agua potable al casco urbano; la salazón, el especiado, el ahumado fueron avances de especial importancia para la alimentación en las ciudades por su lejanía respecto a las zonas productoras de carne. Las redes de saneamiento desterraron del suelo urbano las epidemias. Tecnología verdaderamente «smart» al servicio de los problemas de la concentración poblacional. Tiene menos mérito manipular el bit y el voltio que la arcilla, el metal o los alimentos; por eso, pensamos que no somos tan «smart» como se dice, ni nuestras ciudades tan distintas de las primeras smart cities unplugged. Por cierto, que también la industria empujaba y sacaba partido de aquellas innovaciones, solo que no se llamaban Cisco, IBM o Telefónica.

«Si la tecnología es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?»

Esta frase es de Manu Fernández. El problema es que la pregunta varía de una ciudad a otra, mientras que las multinacionales nos ofrecen siempre las misma respuestas: llene todo de sensores, tome sus decisiones en base al big data, instale (y compre) complejísimas plataformas de gestión de la ciudad… ¿Lo mismo para Nueva Delhi que para San Sebastián, para Bogotá que para Vancouver, para Shangai que para Murcia? ¿Para una ciudad cercada por la polución que para la capital verde europea? ¿Para una urbe con un 30% de desempleo que para una boyante capital de la innovación? Un consejo para las ciudades: tomen un problema de su ciudad e intenten resolverlo SIN bits ni voltios, repensando procesos, con imaginación. Si lo consiguen, han dado el paso más importante para pensar en modo «lean start-up». Si funciona, entonces piensen en la mínima tecnología que les ayudaría a que ese cambio sea un poco más eficiente. Solo entonces tiene sentido empezar un proceso de adquisición tecnológica.

¿Temían que en esta era tecnológico-capitalista no hubiera lugar para lo público?

Al revés, encontramos nuevo sentido a un reforzamiento de las administraciones. Allá van algunos ejemplos:

– Big data: Google, Amazon, Facebook, su operador de telecomunicaciones, su banco y, muy pronto, su empresa de electricidad, lo saben todo de usted porque tienen sus datos. Datos que sólo se aprovechan en su propio beneficio. Si existe alguna posibilidad de que ese Big Data aporte algún valor social será estableciendo partenariados de igualdad entre instituciones públicas y multinacionales. Se supone que las administraciones representan el interés ciudadano, al menos en esta parte del mundo. Y si no, siempre pueden los ciudadanos cambiar a quienes las gobiernan, al ritmo de una vez cada cuatro años.

– La «falsa» economía colaborativa al calor de Internet. Claro, hablamos de Über y similares. Empresas que no pagan impuestos en nuestro país y que destruyen actividades económicas con sentido a base de competencia desleal: trabajadores con condiciones laborales abusivas, producto sin precio cierto, herramientas (vehículos) sin la seguridad e inspecciones necesarias… No es economía colaborativa porque no hay colaboración por ninguna parte. Ante instituciones públicas fuertes, lo tendrán más difícil.

– Los nuevos «hubs» de innovación. ¿Alguna vez usted imaginó que podrían convivir en la misma frase «ayuntamiento» e «innovación»? Pues cada vez lo hacen más a menudo: Manchester «Future Everything», Barcelona 22@, Medialab Prado en Madrid, Etopia «Centro de Arte y Tecnología», Amsterdam Open Innovation, Tabakalera en Donosti, y un largo etcétera. En estos sitios se cocinan proyectos que están cambiando la manera de hacer I+D+i en algunas empresas ¿Le resulta tan esperanzador como a nosotros?

Artículo publicado bajo licencia Creative Commons de cultura libre. Algunos derechos reservados.

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Last modified: 08/01/2023
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