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El 5G y la inclusión digital en ciudades. CIDOB (Barcelona). 10 de noviembre de 2020

5G inclusion digital

El 5G y la inclusión digital fue el tema del debate «El 5G: ¿una oportunidad para construir ciudades realmente inclusivas?» organizado por el think tank barcelonés CIDOB, en el cual participé esta semana. El debate se enmarcaba dentro de la Smart City Week, fue moderado por la investigadora Andrea G. Rodríguez y contó también con la participación de Daniel Pimienta, Elisabet Roselló y Eduard Martín.

Como explicó Eduard Martín, una voz autorizada en materia de 5G pues no en vano es el CIO del programa 5G del Mobile World Congress, 5G une por primera vez computación rápida y conectividad ubiqua. ¿Qué quiere decir eso? Que es una tecnología especialmente diseñada para que las máquinas se comuniquen con otras máquinas. A la velocidad en que lo suelen hacer las máquinas, es decir, muy deprisa.

El 5G: oportunidades y riesgos

En Urbequity ya publicamos un artículo sobre 5G y la brecha digital escrito por Jon Glasco. En él se enfriaban algo las expectativas hiper-tecológicas del 5G y, junto a la gran oportunidad que puede representar para el progreso económico y medioambiental, se llamaba la atención sobre los posibles riesgos aparejados de esclusión geográfica, social y demográfica.

Mi propia aproximación a la cuestión del 5G y la inclusión digital es la siguiente. Toda tecnología es una oportunidad, y una herramienta. Y, como responsables últimos del funcionamiento de la ciudad y de su cohesión social, los ayuntamientos deben estar capacitados para saber utilizar las nuevas herramientas en aras del bien común. Con el 5G eso no sucede. Muchos ayuntamientos, entre los que se incluye el de Zaragoza, todavía no han aprendido a manejar esta tecnología, ni a utilizarla. Para que eso llegue, necesitaremos poder experimentar. Si Elisabet Roselló hablaba de la importancia de dar la batuta a la ciudadanía en los procesos de creatividad tecnológica que se desarrollan en torno a los fab-labs, yo incidí en que los ayuntamientos también podemos crear tecnología junto con la industria. A condición de que habilitemos entornos de prueba y experimientación 5G públicos.

No es difícil. La creación de esos entornos de prueba 5G urbanos ya la están abordando ciudades como Barcelona en el distrito de innovación 22@ o la ciudad de Bristol, como parte de su proyecto «Bristol Is Open». Son dos ciudades que caminan en la vanguardia de eso que llamamos «Smart Cities». Dos buenas referencias para imitar. Gracias a estos entornos de prueba 5G se pueden experimentar soluciones de gestión inteligente de infraestructuras urbanas como alumbrado, riego de parques, contenedores de basuras, etc. De estos pilotos controlados se pueden derivar, más tarde, mejoras en los nuevos contratos de gestión de servicios municipales para que se beneficien todos los ciudadanos.

Pero para ello, para que el 5G en un futuro suponga una mejor calidad de vida para todos y todas, debe llegar a todo el territorio urbano. Es aquí donde aparece el siguiente problema. Si se deja el despliegue de 5G únicamente al albur de la iniciativa privada, sólo se desplegará allí donde resulte rentable. Y los barrios más desfavorecidos, la mayoría de cuyos habitantes no pueden sufragarse los prohibitivos terminales que permiten acceder al 5G, quedarán lógicamente excluidos del despliegue de esta nueva red.

Una brecha digital

¿Ven la brecha digital? A un lado los barrios donde hay la suficiente concentración de negocios y los barrios residenciales donde vive la parte de la ciudadanía con mayor poder adquisitivo. Y al otro, los demás.

El confinamiento debido a la Covid-19 nos enseñó que la brecha digital seguía latente. Que muchas familias no tenían conectividad en el hogar o no tenían terminales, o ninguna de las dos cosas. La consecuencia es que muchos niños no pudierons seguir las clases on-line, y muchos de nuestros mayores experimentaron una soledad reforzada por el aislamiento digital.

El fracaso escolar es un estigma para toda la vida, y la pérdida de trimestres lectivos puede anticipar una vida con menos posibilidades laborales. Los estudios que se realizaron entre la población escolar de Nueva Orleans que fue afectada por el cierre de escuelas tras el huracán Katrina así lo indican. Por eso, las ciudades y los operadores 5G deberían de trabajar juntos para que esto no siga sucediendo. Para que el 5G mejore la inclusión digital ha de llevar aparejado programas de ayudas, o «mochilas digitales» que incluyan conectividad a bajo coste, terminales y tutorización, de manera que evitemos que los chavales se desconecten de la escuela. Algunas ciudades se están moviendo en este sentido. El pleno del Ayuntamiento de Zaragoza aprobó… por unanimidad! (desde Podemos hasta Vox) uno de estos programas.

Y una brecha física

La brecha digital suele ser consecuencia de una brecha social y anticipa normalmente una posterior brecha física. Si pensamos que la tecnología 5G será, probablemente, en la que se base el coche sin conductor para comunicarse con su entorno, entonces es directo anticipar que las futuras flotas de este tipo de vehículos tendrán más complicado operar en aquellas zonas donde la cobertura 5G sea pobre (zonas de gente pobre). Dichos vehículos tendrán un cartel invisible de «zona de no retorno» que no podrán franquear. Los drones que nos trarán en el futuro los paquetes, o los robots que nos recogerán la basura tampoco podrán operar fuera del perímetro 5G. Los barrios ricos se separarán de los pobres por un telón digital invisible.

Para evitar esta distopía, los ayuntamientos deben de estar muy presentes en la conversación en torno al 5G. Es cierto que no hay demasiados incentivos para ello: la gente se ha manifestado para pedir ayudas al comercio, a la hostelería, para reforzar las plantillas sanitarias, en defensa de la escuela presencial, etc. Pero en ningún lugar ha habido manifestaciones urgiendo a nuestros alcaldes a implantar el 5G. De hecho, la única presencia de las siglas 5G en las pancartas ha sido para acusar a esta tecnología de propagar la Covid-19!

Un modelo de 5G compartido

En esa conversación con la industria 5G se deben tratar varios asuntos importantes:

  • la puesta en marcha de zonas de experimentación 5G
  • el despliegue uniforme del 5G para evitar que aparezcan zonas de exclusión 5G
  • los paquetes de inclusión digital (o «mochila digital»)
  • el modelo de operación (infraestructuras comunes o neutras frente a múltiples redes de cada operador)

Los ayuntamientos somos instituciones mayores de edad, y podemos hablar de tú a tú con la industria y con el regulador de las tecnologías que, como el 5G, pueden influir sobre el futuro de nuestras ciudades y de sus ciudadanos. Como ejemplo, dentro del Foro de Sociedad del Conocimiento de Eurocities hemos lanzado un posicionamiento sobre el 5G que representa el sentir de casi 500 ciudades europeas.

En dicho documento, además, se solicita a las instituciones europeas que trasladen a las directivas comunitarias otros aspectos como la gobernanza de las redes, así como el impacto visual de sus antenas, o sus posibles consecuencias para la salud.

5G, big data e inteligencia artificial

Y, finalmente, el propio documento de Eurocities incorpora una referencia a la compartición de datos. A tal efecto, no hay que olvidar que las redes 5G van a ser esos sensores ubicuos que recogerán grandes cantidades de información sobre nuestras idas y venidas por la ciudad. El 5G va a ir de la mano de dos decisivas tecnologías: el big data y la inteligencia artificial. Si queremos que el 5G lleve aparejada la inclusión digital, debemos incluir también del big data y de la inteligencia artificial en ese mismo debate.

Si hacemos una analogía con el cuerpo humano, la red 5G representa nuestros sentidos. La inteligencia artificial nuestro cerebro, y el big data toda la información que se transmite desde los sentidos al cerebro para tomar decisiones en tiempo real y construir recuerdos con los que poder tomar decisiones a futuro.

Por tanto, el debate del 5G no puede discurrir al margen del debate sobre el uso de la inteligencia artificial en las ciudades, ni del debate sobre la privacidad y los derechos digitales relativos a esos datos sobre nuestras vidas que obran en poder de los diferentes proveedores de servicios. El asunto de la compartición de datos urbanos lo hemos tratado asiduamente en Urbequity, y ha sido y es objeto de mi campo de investigación académica y práctica. Y el de la Inteligencia Artificial en ciudades es un campo en el que próximamente daremos algún paso adelante.

Permaneced atentos.

Artículo publicado bajo licencia Creative Commons de cultura libre. Algunos derechos reservados.

Foto de Tommy Fawcett vía Unsplash

 

 

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Etiquetas: , , , Last modified: 06/12/2022
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