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Jane Jacobs. La economía de las ciudades

Casi una década después de su revolucionaria obra “Muerte y vida de las grandes ciudades americanas”, Jane Jacobs publicó en 1969 “La economía de las ciudades”, que explica de manera sencilla los procesos de generación de riqueza que han hecho de las ciudades poderosos imanes de atracción de gente y de generación de oportunidades.

Economía de las ciudades

Casi una década después de su revolucionaria y atemporal obra “Muerte y vida de las grandes ciudades americanas”, en 1969 Jane Jacobs publicó “La economía de las ciudades”, un intento para explicar de manera sencilla los procesos de generación de riqueza que, desde el principio de la humanidad, han hecho de las ciudades poderosos imanes de atracción de gente y de generación de oportunidades.

Junto a ello, Jacobs aventura también que las soluciones que aporta la tecnología disponible en cada momento determina el límite en el tamaño de una ciudad. Algo que, sin duda, hará que los entusiastas de las «Smart Cities» se sientan un poco más trascendentes.

La idea central del libro es tan simple como disruptiva para haber sido formulada hace 45 años: según Jane Jacobs, sólo la innovación es motor sostenible de riqueza y de expansión económica (y demográfica), pues solo la innovación es capaz de crear productos y servicios exportables por la ciudad y, así financiar, no solo unas condiciones aceptables de vida en ella, sino también el desarrollo de nuevas innovaciones.

La activista y urbanista Jane Jacobs, que demuestra la idea anterior con elegancia, es capaz, además, de identificar con pasmosa agudeza algunas de las condiciones necesarias para hacer de los procesos innovadores la fuerza dominante en una ciudad. Condiciones que, bien entrado el siglo XXI, se usan de base para diseñar numerosos programas de desarrollo económico en nuestras ciudades.

Las habilidades técnicas sobre las que se basa la innovación surgen a menudo del conocimiento que sobre las máquinas, procesos y productos nos proporcionan las actividades de reparación. Reparar nos permite entender el funcionamiento, nos pone a tiro la reconfiguración y, en última instancia, la mejora. Aunque en 1969 no se había desarrollado todavía la industria del software, es evidente, el interés que el código abierto tiene para el desarrollo urbano, pues disminuye las barreras para entender la tecnología y aumenta el tamaño de la comunidad local potencialmente creativa.

A menudo, señala Jacobs, la innovación se produce en los nuevos negocios impulsados por empleados de otras empresas más consolidadas que deciden aplicar sus ideas por cuenta propia. Es importante, señala, que la ciudad permita estas “fugas” y facilite las condiciones para que los nuevos negocios innovadores salgan a flote. En nuestras ciudades de hoy, florecen las incubadoras de start-ups tanto públicas como privadas. En muchas de ellas, ex-empleados de otras empresas emprenden sus propias aventuras innovadoras.

De igual manera que Jane Jacobs pone en duda la capacidad innovadora de las grandes corporaciones (“las grandes corporaciones son fruto de un pasado creativo, no garantía de un futuro innovador”, viene a decir), alerta contra los gestores urbanos (¡atención!) que se echan en sus manos para diseñar una economía y un paisaje urbanos a su medida, anticipando de manera visionaria el colapso de ciudades como Detroit.

Pero, sin duda, nuestro capítulo preferido es el de “Las valiosas ineficiencias e ¿incomodidades? de las ciudades”. En él, la autora argumenta que el tamaño máximo de la ciudad es una magnitud relativa, que varía con el progreso tecnológico y aumenta con cada época. Así, el tamaño máximo de la ciudad en tiempos prerromanos estaba limitado por la capacidad de abastecer con agua a la población. Los acueductos pulverizaron ese límite, de la misma manera que, tras la revolución industrial, la red de saneamiento y los progresos higiénicos permitieron, no solo aumentar la esperanza de vida, sino aglutinar a mucha más gente en el espacio urbano sin la amenaza de una propagación cierta de epidemias.

En el momento en que Jane Jacobs escribió su “Economía de las ciudades”, éstas se enfrentaban a la barrera que para el crecimiento suponían principalmente la movilidad y la contaminación. Las ciudades de hoy en día están en vías de resolver ambos problemas: la polución industrial prácticamente ha desaparecido de las ciudades occidentales, el coche está en retirada de nuestras calles y los hogares son cada vez menos contaminantes. La tecnología asociada a lo que se conoce como “smart city” ha permitido superar un nuevo umbral de tamaño urbano. Gracias a la «movilidad verde» y a la desaparición de las calderas de carbón mucha más gente podemos movernos y vivir en la misma superficie de terreno de manera saludable y cómoda. Estamos en disposición de avanzar hacia un nuevo umbral de tamaño de ciudad, y lo haremos porque, hoy más que nunca, la gente identifica a las ciudades como el lugar donde desarrollarse y crecer personal y profesionalmente.

Para acoger a las ingentes cantidades de personas que, en los países en desarrollo, abandona el mundo rural, y hacerlo sin peligro de un colapso energético, social y económico, es muy probable que el próximo desafío, la próxima gran tecnología a implementar, sea una «planificación urbana inteligente», es decir, densidad urbana y diversidad de usos.

Pero, acerca de ese desafío futuro,… Jane Jacobs ya escribió en 1959.

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Etiquetas: , Last modified: 25/01/2022
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